#Si Sostenido
«Lili Marleen» nostalgia por lo no vivido | Columna de Jorge Ramírez Pardo

Erend@rte
Allí volveremos a encontrarnos,
bajo la farola estaremos.
Como antes, Lili Marleen.
Hans Leip, soldado alemán
Con frecuencia, quienes realizamos cine documental, nos vemos inspirados y hasta asediados por una línea melódica o una canción rítmica. Ese sonido reiterado, con frecuencia es la música para dar cadencia y elementos estructuradores a una película.
En el caso de la canción “Lili Maleen”, primero fue el encuentro cautivador, arrebatante, de la película “Lilie Marleen” –localizable en este sitio web: https://zoowoman.website/wp/movies/lili-marleen/- del genial director alemán Rainer Werner Fassbinder.
Frente al cuartel,
delante del portón,
había una farola,
y aún se ubica allí.
Nuestras dos sombras
parecían una sola.
Nos queríamos tanto
que daba esa impresión.
Y toda la gente lo verá,
cuando estemos bajo la farola.
Hace días, me persigue la canción inspiradora de esa película, en su versión original, https://archive.org/details/78_15449-Lili-Marleen-. Parte del encanto ha sido saber de las circunstancias de su gestión, del impacto provocado en su momento y su trascender hasta el tiempo presente.
Esta vez la película llevó a la canción de manera tan subyugante porque su director RW Fassbinder, quien nació el año cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, aludida en el film y, muestra con ella haber alcanzado un dominio del oficio de hacer películas.
Rene Werner, además de un autor/genio, surgido de un colectivo juvenil a principios de los pasados sesentas, y simiente del Nuevo cine alemán, realizó la película Lilli Marleen a los 35 años de edad y murió tan sólo dos años después. Sin duda es uno de los realizadores de cine más admirado y controversial de su generación.
Vivió de prisa, llegó a filmar hasta 5 películas en un año. A decir de algunos de sus críticos*: siempre le encantó ir por la libre, a toda velocidad y con un notable afán provocador que abrió senderos inéditos en la industria europea (…) ofrece una mirada personal sobre el mundo: un universo donde la homosexualidad, la emigración o las drogas sirven de marco a historias melodramáticas que en muchas ocasiones recrean sentidas historias de amor.
Como antes, Lili Marleen.
Pronto llama el centinela
“Están pasando revista
Esto te puede costar tres días”
Camarada, ya voy
Entonces nos decíamos adiós
Me habría ido encantado contigo
Contigo, Lili Marleen
La película “Lilli Marleen”, es la recuperación de la historia legendaria de la canción inspiradora y de ese momento en la vida de Lale Andersen, primera intérprete de la misma. Película desarrollada con suspenso, giros argumentales frecuentes, reiteración de la soberbia nazi a la intemperie del ridículo en picada, y la presencia en el papel protagónico de la actriz ancla de toda su trayectoria fílmica de René Werner, Hanna Schygulla.
Ella conocía tus pasos
tu elegante andar
todas las tardes ardía
aunque ya me haya olvidado
Y si me pasara algo
¿Quién se pondría bajo la farola
Contigo?, Lili Marleen
Desde el espacio silencioso
Desde el nivel del suelo
Me elevan como en un sueño
tus adorables labios
Cuando la niebla nocturna se arremoline
yo estaré en la farola
Como antes, Lili Marleen
Es el dolor anímico del miliciano afectuoso, quien irremediablemente irá a una guerra. Al respecto, hay varios puntos a iluminar el hecho:
- El autor, el soldado alemán Han Leipe, escribió el poema en 1915.
- Lili Marleen, no es un nombre compuesto, sino el de dos mujeres. Lili, la novia de Han. El nombre Marleein es de una enfermera que también movía los afectos del miliciano.
- El poema fue publicado en 1937. Se convierte en canción, en manos del compositor Norbert Schultze, quien le puso música, y la cantante Lale Andersen le dio voz.
- Pese a sus cualidades siempre visibles, la canción había tenido escasa difusión.
- Otro soldado la descubre y la difunde a través de una radiodifusora de gran potencia, ubicada en Belgrado (territorio ocupado por el ejército alemán).
- En tal sentido, la canción surge de las filas nazis, pero, no sólo causa gran impacto en ellas. De inmediato, su tono nostálgico/marcial (hay un coro militar de acompañamiento en la primera versión) se apodera del gusto y empatía de soldados de los dos bandos en contienda.
- Goebbles, ministro de propagandista de Hítler, intentó prohibirla, pero ya la pregnancia y cobertura eran imparables.
- Todas las noches, como también lo refiere la película, se difundía la canción poco antes de las 10.
- Una edición reciente, consigna 200 versiones diferentes, incluida una de Frank Sinatra y de la española Marta Sánchez, quien se catapultó al inicio de su carrera con una versión singular de la misma y letra distinta en castellano:
Este mundo en ruinas
Sabe qué pasó
Sálvese quien pueda
Locos al poder
Y una explosión me habló de ti
De ti, Lilli Marleen
De ti Lilli Marleen
Quise ser un héroe
Otra vez será
Me siento bien
Me siento mal
Por ti, Lilli Marleen
Por ti Lilli Marlee
La periodista hispana Rosa Sala Rose se pregunta el porqué de la permanencia de la canción. «El misterio sigue vigente -señala -. Incluso a personas que no tienen nada que ver con aquella guerra les sigue emocionando hasta las lágrimas. Debe ser una combinación de melodía pegadiza y melancólica, esa mezcla de sentimentalismo amoroso y presagio de muerte… Toca pulsiones universales del ser humano, más allá de la guerra. De todas formas, la explicación última de este misterio siempre estará en el aire y no creo que nadie la pueda dar».
* Las fotos son stills de la película, excepto el paisaje urbano, cuyo autor es Robert Frank
**Ruiza, M., Fernández, T. y Tamaro, E. (2004).
También lee: ¿Gobernar? SLP sin para qué | Columna de Jorge Ramírez Pardo
#Si Sostenido
Cómo calificar un altar de muertos | Columna de León García Lam

VOLUTA IX.
La antropología (eso piensa una buena parte de la población) es una ciencia sin gran aplicación práctica. Sirve, entre otras muy pocas cosas, para determinar al ganador del concurso de altar de muertos que se organiza cada año en cada escuela de México. En mi flaco currículum, durante mis pininos profesionales se amontonan los reconocimientos que dicen más o menos así:
La escuela Bomberos Heroicos perteneciente al SEER otorga el presente reconocimiento al Mtro. (en ese mundo todos somos maestros) León García Lama por su valiosa participación como jurado en el TRADICIONAL CONCURSO DEL ALTAR DE MUERTOS “INNOVANDO NUESTRAS TRADICIONES”. Luego viene un lema como “El saber se forja con el conocimiento de cada día”, a 31 de octubre de (cualquier año entre 1997 y el 2012). Firman: autoridades escolares.
Por esa razón, estimadas y estimados tres lectores de la Voluta, les lego la sabiduría que se adquiere al ser jurado, año tras año, de la verdadera tradición de México que no es poner un altar, sino el concurso “para que no se pierdan las tradiciones”.
Bueno, no lo haré, sino hasta el próximo año (si es que) porque en este 2020, no se realizará ningún concurso “tradicional”, aunque paradójicamente es el año con más muertos que hemos tenido en la historia de México: 40,863 muertos por violencia; 139 153 por causas asociadas al COVID más los muertitos de causas “normales” dan la escalofriante y huesuda cifra de 193 170 muertes, dicho conservadoramente por las instituciones oficiales (CENAPRECE).
Cómo poner un altar de muertos
Lo más importante ya lo tenemos: los muertitos. Lo segundo más importante también: el hambre de tamales. Ponga una mesa y una caja pegados a la pared, simulando una pirámide de tres pisos que es una representación del mundo. ¿El mundo tiene tres pisos? Sí y trate de no hacer preguntas. Un altar digno presume dos características: cuida la simetría y está organizado en montones de 2, 3 y 4 cosas ¿por qué? Pues ya le dije: no haga preguntas. Usted ponga en las esquinas 3 naranjas, en un platito 4 tamales y otros tantos plátanos de alfeñique, 2 panes de muerto en cada lado de su altar. La lógica obedece así: si usted fuera muerto ¿qué necesitaría? Un chocolate, unos cigarritos (allá en el mundo de los muertos todos fuman, incluso los que murieron de enfisema), una cervecita, un camote, un dulce de chilacayote. La imagen es etérea como los recuerdos, una fotografía ayuda, no al difunto a reconocerse, sino a saber que las ofrendas son para él o para ella y que puede invitar a sus compitas. Se sabe de diálogos así:
–¿A ti qué te pusieron, tú?
–Unas guayabas, un vaso sin nada, otro con tierra, otro con agua y una veladora (quesque los cuatro elementos), un puño de sal y un caminito de cempasúchil.
–No, pus te fue bien, a mí no me pusieron nada, pero la chaviza se andaba pintando la cara como osos panda, que porque “es la tradición”.
–Acá pusieron tamalitos, taquitos de pastor, atole, cafecito, frutas y dulces.
–¿Dónde dónde?
La poesía
Nocturno en que habla la muerte
Xavier Villaurrutia
Si la muerte hubiera venido aquí, conmigo, a New Haven,
escondida en un hueco de mi ropa en la maleta,
en el bolsillo de uno de mis trajes,
entre las páginas de un libro
como la señal que ya no me recuerda nada;
si mi muerte particular estuviera esperando
una fecha, un instante que sólo ella conoce
para decirme: “Aquí estoy.
Te he seguido como la sombra
que no es posible dejar así nomás en casa;
como un poco de aire cálido e invisible
mezclado al aire duro y frío que respiras;
como el recuerdo de lo que más quieres;
como el olvido, sí, como el olvido
que has dejado caer sobre las cosas
que no quisieras recordar ahora.
Y es inútil que vuelvas la cabeza en mi busca:
estoy tan cerca que no puedes verme,
estoy fuera de ti y a un tiempo dentro.
Nada es el mar que como un dios quisiste
poner entre los dos;
nada es la tierra que los hombres miden
y por la que matan y mueren;
ni el sueño en que quisieras creer que vives
sin mí, cuando yo misma lo dibujo y lo borro;
ni los días que cuentas
una vez y otra vez a todas horas,
ni las horas que matas con orgullo
sin pensar que renacen fuera de ti.
Nada son estas cosas ni los innumerables
lazos que me tendiste,
ni las infantiles argucias con que has querido dejarme
engañada, olvidada.
Aquí estoy, ¿no me sientes?
Abre los ojos; ciérralos, si quieres.”
Y me pregunto ahora,
si nadie entró en la pieza contigua,
¿quién cerró cautelosamente la puerta?
¿Qué misteriosa fuerza de gravedad
hizo caer la hoja de papel que estaba en la mesa?
¿Por qué se instala aquí, de pronto, y sin que yo la invite,
la voz de una mujer que habla en la calle?
Y al oprimir la pluma,
algo como la sangre late y circula en ella,
y siento que las letras desiguales
que escribo ahora,
más pequeñas, más trémulas, más débiles,
ya no son de mi mano solamente.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Encontrar las llaves | Columna de León García Lam
#Si Sostenido
LA ALEGRIA | Columna de Juan Jesús Priego

LETRAS minúsculas.
«¿Sabes, Hump? –confiesa el héroe de una de las novelas de Gilbert K. Chesterton, el gran polemista inglés-, los hombres modernos tienen una idea muy equivocada de la vida. Parece que esperan de la naturaleza lo que ésta nunca ha prometido darles y, mientras tanto, destruyen todo aquello que en realidad les da.
En las iglesias ateas de Ivywood todos hablan de paz perfecta, de confianza sin límites, de alegría absoluta y de corazones que laten por todos, pero no por ello tienen un aspecto más alegre que los demás… Yo no sé si Dios entienda por felicidad el gozo que todo lo comprende y todo lo supera, pero Dios quiere que cada hombre tenga su alegría, y yo tengo toda la intención de no dejármela robar».
Para ser sincero, yo también he escuchado muchos discursos como el de las iglesias ateas de Ivywood, y no precisamente en las iglesias ateas de Ivywood; también yo he oído cientos de sermones que hablan de paz perfecta, de confianza sin límites, de corazones que laten por todos, y acaso no sólo los haya oído, sino tal vez incluso pronunciado. Lo que no sé es si modificando el texto de Chesterton y escribiendo «parroquias cristianas» allí donde él sólo dijo «iglesias ateas» cambiarían mucho las cosas.
Los cristianos hablamos de resurrección, de vida perdurable, de providencia o cuidado de Dios, de amor sin límites, pero no por eso vivimos más contentos. Todo parece indicar que los creyentes nos tomamos bien poco en serio lo que nos dicen nuestro pastores en sus –a menudo largos y muy aburridos- sermones. Sí, hemos de confesarlo bajando la cabeza: en nuestras iglesias, las homilías son saetas que esquivamos lo mejor que podemos… Cuenta Julien Green en un librito suyo titulado Liberté que hubo en París no hace mucho tiempo una dama de la alta sociedad que cada vez que iba a Misa advertía con severidad a su sirvienta: «Si el señor cura predica sobre la fe o sobre el perdón de los pecados, me dejas dormir; pero si habla de María Magdalena, me despiertas». Ella, como quiera que sea, iba a la iglesia únicamente a cumplir, y, por supuesto, a dormirse.
«Voy a definirle lo contrario de un pueblo cristiano –dice el párroco de Torcy en esa gran novela de Georges Bernanos que es su Diario de un cura rural-: lo contrario de un pueblo cristiano es un pueblo triste, un pueblo de viejos. Acaso me objete usted que la definición tiene muy poco de teológica, pero basta para hacer reflexionar a los caballeros que bostezan los domingos en Misa. ¡Claro que bostezan! No querrá que en media hora semanal, la Iglesia pueda enseñarles la alegría. E incluso si se supieran de memoria el Catecismo de Trento, no estarían probablemente más alegres».
Y sí, la verdad es que la fe debería tener el poder de hacernos más alegres, más sonrientes, menos hoscos. Un cristiano no debería atreverse a salir a la calle si antes no ve reflejado en el espejo un rostro resucitado.
Cuando, hace ya muchos años, leí por primera vez La farisea de François Mauriac, cómo se me quedó grabado lo que dijo uno de los personajes al referirse a una antipática señora que andaba por allí cerca y que se las daba de muy católica: «Lo que voy a decir puede asustarte, pero pienso que es mejor ser una bestia inmunda que tener la clase de virtud de Brigitte Pian». ¡Dios mío, qué frase más dura! Y; sin embargo, es preciso reconocerlo: sí, hay en este mundo gente muy católica, lo que se dice muy católica, pero al mismo tiempo muy insoportable y muy antipática. ¿Por qué se avergüenzan de mostrar un rostro atractivo y jovial? ¿Qué se lo impide?
A estas personas habría que recordarles lo que escribió una vez Andrew M. Greeley en uno de sus libros: «Las personas que creen en la resurrección deben ser gente alegre, y los cristianos católicos que tienen una visión relativamente más benigna de su naturaleza que nuestros hermanos separados, tienen que ser una congregación de gente más alegre, más jovial y más bromista. Todo lo que tengan de graves, de ásperos, de severos lo tienen de fallo como católicos… La Iglesia necesita hombres que tengan visión. Necesita hombres jubilosos, alegres y de corazón fuerte que caigan en la cuenta de que, a pesar de lo desesperada que pueda ser la situación, nunca se la debe permitir que se ponga seria; y aunque puedan extinguirse las luces, siempre hay esperanza de que vuelvan a encenderse». La excesiva severidad no siempre es signo de seriedad; a menudo es más bien muestra de una soberana estupidez.
San Pablo, poco antes de poner punto final a la carta que dirigió a los filipenses, les amonesta así: «Como cristianos, estén siempre alegres: se lo repito, estén alegres. Que todo el mundo note lo comprensivos que son. El Señor está cerca, no se angustien por nada» (4, 4). ¿Por qué esta insistencia del apóstol en cosas tan aparentemente secundarias como la alegría? ¿Por qué les dice una y otra vez que estén alegres? ¡Ah, bien sabía él lo propensos que somos los cristianos a dejarnos llevar por la tristeza y a andar por las calles de la vida mostrando un rostro de amargura!
¿Ha leído usted una famosa pieza teatral de Paul Claudel (1868-1955) titulada El padre humillado? Pues bien, en esta pieza hay una escena en la que el Papa envía este mensaje a Oriano de Homodannes: «Oriano, hijo mío, haz comprender a los hombres que no tienen otra cosa que hacer en el mundo que estar alegres. Hazles entender que la alegría que nosotros conocemos y estamos encargados de transmitir no es una palabra vaga o un insípido lugar común de sacristía, sino una noble, deslumbrante, íntima y profunda realidad, en cuya comparación lo demás no vale nada. Esta alegría es algo humilde, material, atrayente, como el pan que se apetece, como el vino que nos parece bueno, como el agua que nos hace morir cuando no nos la dan, como el fuego que quema, como la voz que resucita…».
¡Ah, sería necesario que el Papa nos enviase una carta en la que nos hablara largamente sobre la conveniencia de la alegría! No sé, tal vez sólo entonces nos la tomaríamos un poquito más en serio…
También te puede interesar: Niños a la carta | Columna de Juan Jesús Priego
#Si Sostenido
Un cohete potosino para el padre de un robot pianista | J.R. Martínez/ Dr. Flash

EL CRONOPIO.
El 14 de marzo de este dramático dos mil veinte, en pleno inicio de la crisis del coronavirus en San Luis Potosí, se lanzaba después de cuarenta y ocho años, un cohete en Cabo Tuna. El municipio de Charcas sería el testigo de esta histórica fecha, pues el cohete de combustible sólido Fénix 2, es uno de nueva generación que recupera el proceso histórico en el diseño de cohetes en el país y en especial en nuestro estado.
El cohete fue desarrollado por el Instituto Mexicano del Espacio Ultraterrestre y el Instituto de Física de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, con ello Cabo Tuna vuelve a marcar hitos en la historia de la ciencia y tecnología mexicana.
El programa Cabo Tuna inició en 1957 en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, con el lanzamiento del primer cohete diseñado y construido en México, el Física I, lanzado el 28 de diciembre de 1957. El programa tuvo un receso en 1972 y cuarenta y seis años después reinicia con el nuevo programa “Cabo Tuna, hacia un programa espacial mexicano”, impulsado por el Instituto de Física de la UASLP y el Instituto Mexicano del Espacio Ultraterrestre.
El cohete lanzado en Charcas lleva el nombre de Cohete Fénix I-2 “Alejandro Pedroza Meléndez”. Dedicado al Dr. Alejandro Pedroza Meléndez, por su contribución al desarrollo del área aeroespacial en México, así como a la tecnología mexicana.
Alejandro Pedroza Meléndez es un científico mexicano nacido en Villa de Arriaga, San Luis Potosí, se formó en el Instituto Politécnico Nacional y posteriormente ingresó como investigador en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla donde fundó el Laboratorio de Semiconductores, ahí, bajo su dirección, se construyeron una gran cantidad de dispositivos biomédicos y donde se desarrollaron las primeras celdas solares con calidad espacial en el país. Fundó además el Laboratorio de Microelectrónica, que fue un referente para el desarrollo de la microelectrónica en México; en dicho laboratorio se diseñó y construyó con tecnología nacional, la instrumentación necesaria para la fabricación de microcircuitos. Después se creó la sección de bioelectrónica para aplicarlos a instrumentos médicos.
A los microcircuitos fabricados en el Laboratorio se les dio una aplicación social inmediata en las primeras manos biónicas mexicanas, en los primeros estimuladores óseos mexicanos y en los primeros marcapasos mexicanos.
Alejandro Pedroza y su equipo desarrollaron los primeros microprocesadores en México, con los cuales fue construido el famoso Robot Pianista “Don Cuco el Guapo”, que en la década de los noventa visitó varias veces San Luis Potosí, ofreciendo conciertos en el Teatro de la Paz y en el teatro Carlos Amador, dentro de nuestros eventos de divulgación científica.
Fue director del programa de desarrollo del primer satélite experimental mexicano SATEX-I, donde participaron más de setenta investigadores de once instituciones de educación superior del país.
Alejandro ha recibido reconocimientos en su estado natal: Trayectoria de Éxito en el 2015 y Científicos Potosinos en 1994, en el marco del IV Congreso Nacional de Divulgación de la Ciencia que nos tocó organizar, aquí en San Luis Potosí.
Por toda esta labor en beneficio de la sociedad mexicana, por el camino de la ciencia y la tecnología, se le asignó su nombre al cohete Fénix que perturbara el apacible cielo del altiplano potosino hace siete meses.
Lee también: Un rugido en el desierto | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
-
#4 Tiempos2 años ago
“Los PANgiotistas”: Capítulo uno | Columna de Jorge Saldaña
-
Ciudad2 años ago
El asesinato de Sua: un crimen que las autoridades de SLP han silenciado
-
México5 años ago
Envenenaron a más de 50 perros en una comunidad de Puebla
-
#4 Tiempos2 años ago
El asesinato de Sua: el odio contra la juventud en SLP | Columna de Luis Moreno
-
Destacadas2 años ago
San Miguelito, la Área Natural Protegida que la 4T salvó de Nava
-
Destacadas2 años ago
Un taxista fue asesinado en discusión callejera
-
Ciudad2 años ago
Susurros urbanos, el libro que retrata la cultura de SLP desde una mirada europea
-
#4 Tiempos2 años ago
Peso Pluma o bailar al son que marque el algoritmo | Columna de Carlos López Medrano