diciembre 6, 2025

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#Si Sostenido

Lorena Valle: mujeres podemos gobernar, pero la sociedad no está lista

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La presidenta del DIF estatal habló con La Orquesta sobre su familia, sus aficiones, sus planes para el futuro e hizo una evaluación del gobierno de Juan Manuel Carreras

Por Luis Moreno Flores

Lorena Valle Rodríguez estudió derecho en la UASLP, actualmente tiene el cargo de presidenta del DIF estatal y es esposa de Juan Manuel Carreras López, gobernador priista de San Luis Potosí. Desde el primer momento resulta fácil identificar que hace poco ejerce como funcionaria pública, algo que hoy no es necesariamente negativo: se extiende en introducciones y despedidas como lo haría con sus amigos, rehuye a las respuestas institucionales y prefiere hablar con sinceridad en temas puntiagudos e incluso pide una tregua breve para retocar su maquillaje.

«La prensa siempre me ha tratado bien, creo que entienden que mi cargo es un voluntariado y son muy respetuosos conmigo», responde al preguntarle si alguna vez se ha molestado por algo que un medio haya publicado sobre ella. Al trasladar el cuestionamiento al gobernador, agrega: «No, nunca me he molestado. Juan Manuel está preparado para aceptar las críticas sean o no justas».

A propósito del Día Internacional de la Mujer, Lorena Valle conversó acerca de sus relaciones familiares, los movimientos feministas, aficiones, aspiraciones y realizó una evaluación de la política local.

 

Pregunta: ¿Cómo está integrada su familia?

Lorena Valle: Con mis papás fuimos cuatro mujeres y un hombre, mi hermano murió pronto. Aún tengo a mis cuatro hermanas y a mi mamá que cumplió 94 años. Yo soy la menor y siempre fui la más consentida.

Ahora me recargo mucho en mis hermanas, porque entre nosotras nos apoyamos cuando algo ocurre, por ejemplo si se poncha una llanta, casi siempre le llamo a Juan Manuel para que me ayude, pero muchas veces él está afuera de la ciudad, y entonces recurro a mis hermanas.

Tengo tres hijos, una niña y dos niños, son lindísimos. Cuando me preguntan qué hice en los años previos al DIF, les digo que mi trabajo fue formar a tres mexicanos trabajadores y responsables.

 

P: Tiene usted algunas pinturas y libros en su oficina, ¿podemos hablar de sus pasatiempos? ¿Qué le gusta leer?

LV: Antes leía mucho sobre historia de México y cuando era más joven me gustaban los libros relacionados con el Holocausto. Ahora me gusta la Saga de Millennium de Stieg Larsson. Hay un español, Ildefonso Falcones, que escribió La catedral del mar y La mano de Fátima, es buenísimo. Disfruto de autores latinoamericanos como Jorge Ibargüengoitia y García Márquez.

Con todo lo que se hace aquí en el DIF, últimamente no me queda mucha energía para leer otras cosas además de los documentos del trabajo. Ahora, en mis tiempos libres, me gusta armar rompecabezas. Cuando mis hijos eran niños en la casa había muchos, conforme crecieron los dejamos, pero es una actividad que me relaja.

 

P: ¿De qué fue el último rompecabezas que armó?

LV: Tengo uno pendiente, los armo en una aplicación del iPad, prefiero los paisajes que tienen muchas casas, porque ayudan a tener más referencia de cómo van, porque si hay 300 piezas en un espacio muy pequeño como el teléfono o la tablet, se vuelve complicado.

De las pinturas, mi corriente pictórica favorita es el impresionismo.

 

P: Tiene colgada una pintura de Dalí, ¿le gusta el surrealismo?

LV: Si, Dalí, Leonora Carrington, Remedios Varo… es un movimiento que nos queda muy cerca a los mexicanos, porque México es un país muy surrealista.

 

P: ¿Para bien o para mal?

LV: Para bien, lo que uno pueda ser es para bien. El solo hecho de tener celebraciones para honrar a los muertos ya nos vuelve muy surrealistas, porque es tender puentes a ese otro mundo, para que en algún punto de ese lado también nos los tiendan a nosotros.

 

P: México está en un periodo de cambio, ¿lo percibe como algo positivo?

LV: Como presidenta del DIF tengo que decir que parece que viene algo muy bueno, porque la política pública apunta hacia los apoyos sociales, eso nos va a permitir ayudar a muchas más personas.

 

P: ¿Y como Lorena Valle?

LV: Como Lorena Valle me preocupa un poco, porque me gustaría que mis hijos crecieran en un país pujante. También me preocupa que las mujeres que sufren de violencia no tengan la atención debida, ese es uno de los problemas más grave del país.

 

P: ¿Simpatiza con el movimiento feminista?

LV: Mmmm… sí y no. Depende de a qué nos refiramos con feminismo.

Claro que estoy de acuerdo en que debe acabarse la violencia contra las mujeres, que deben pagarse sueldos iguales, que somos igual de inteligentes. Pero en la parte más radical no estoy tan de acuerdo, porque creo que hombres y mujeres sí somos diferentes. Existen características particulares, por ejemplo: una mujer que trabaja y es mamá siempre estará preocupada de que sus hijos se queden solos en casa, siempre el sentimiento la hará poner a su familia por delante y lo hombres son más fríos, pueden enfocarse, dan por hecho que las mamás van ser las que se preocupe.

 

P: ¿Hay alguna figura femenina a la que usted haya admirado? ¿Como quién le hubiera gustado ser?

LV: Nadia Comăneci. De niña practiqué gimnasia. Como todos, cuando empiezas sueñas con ir a unos Juegos Olímpicos, yo veía lo que hacía Nadia y quería ser como ella, claro que después entiendes que nunca lo vas a conseguir porque ella era excepcional. También podría mencionar a otras grandes mujeres de la historia como Sor Juana o Marie Curie, pero en automático recuerdo a Nadia.

P: En 2015, Juan Manuel Carreras ganó la gubernatura de San Luis en una elección muy cerrada contra Sonia Mendoza (candidata del PAN), apenas hubo un margen del 3% de la votación. ¿Considera que San Luis Potosí y México están listos para ser gobernados por mujeres?

LV: No y no es por falta de capacidad de las mujeres, es debido a la mentalidad de la población. En México estamos lejos, en muchos sentidos, de países como Alemania o Inglaterra, donde las personas han entendido que una mujer puede gobernar igual de bien que un hombre. Lo vimos en la elección pasada, se implementó la cuota de género para las candidaturas y, sin embargo, no hubo paridad en los resultados.

 

P: Hay varias mujeres que ocupan un lugar importante en la vida pública nacional, ¿podemos hablar de ellas? Margarita Zavala…

LV: No necesito escuchar el resto de los nombres, tanto Margarita, como cualquier mujer que participe en un tema tan complejo como la política, merece mi respeto y admiración.

 

P: Tatiana Clouthier y Beatriz Gutiérrez han cobrado mucha relevancia.

LV: Claro, yo reconozco su trabajo, pero también puedo dar el nombre de muchas mujeres que están en sus casas y merecen la misma admiración. Respeto a todas las mujeres que hacen un esfuerzo desde el lugar donde les toca estar.

 

P: ¿Le gustaría optar a un cargo de elección popular?

LV: Así de entrada, diría que no. La función pública es un trabajo muy demandante. He aprendido mucho en estos años como presidenta del DIF, me gustaría continuar con mi contribución a la sociedad, no quisiera que ese aprendizaje se perdiera, pero no me veo contendiendo por un puesto de elección.

 

P: ¿Qué le gustaría hacer al terminar su periodo como presidenta del DIF?

LV: Ya me lo he preguntado, últimamente cada que veo algo se me antoja hacerlo en el futuro. Quisiera descansar, dedicarme más tiempo a mi hija y mis hijos que aunque ya están grandes debo aprovecharlos ahora, porque en un futuro serán ellos los que no van a tener tanto tiempo para mí.

Me gustan mucho las plantas, voy a ponerme a cuidarlas. Aquí en el DIF realizamos muchos viajes por el estado y siempre aprovecho para tomar algunas fotografías con mi teléfono, quisiera tener una cámara para que queden mejor; en los próximos años tal vez me dedique a la fotografía.

También he pensado en tener una asociación para ayudar a varios sectores vulnerables. El DIF me ha mostrado las necesidades de las personas y pienso que aún puedo ayudar desde afuera.

 

P: Usted está al centro del ojo público, ¿algunas veces le gustaría tener menos fotos encima?

LV: Hay días que quisiera quedarme en casa y descansar. Podría hacerlo porque mi cargo es voluntario, no recibo ninguna remuneración y no estoy obligada. Al principio, seis años me parecía mucho tiempo, ahora ya han pasado más de tres y me gusta trabajar con el DIF, quiero seguir porque creo que uno se arrepiente mucho más de lo que no hizo que de lo que sí hizo. Ya habrá tiempo para descansar.

 

P: Cualquier gobierno tiene malos y buenos momentos, ¿cuál cree que ha sido el más complejo de la administración de Juan Manuel Carreras?

LV: Ser gobernador siempre será un trabajo complicado. Veo que lo que más le afecta a Juan Manuel es cuando se reporta un asesinato, un robo importante, la desaparición de una persona. Como padre, él se ve reflejado en esas situaciones. La parte de gestionar y administrar recursos, las obras, trabajar con los demás funcionarios, eso no le cuesta, se le facilita.

En San Luis y en general en México hay mucha violencia y todos llevamos una parte de la responsabilidad, tenemos que tratar que, desde las familias, mejoren las cosas.

 

P: ¿San Luis está mejor o peor desde que Juan Manuel Carreras es el gobernador?

LV: Claro que está mejor. No es solo porque soy la esposa de Juan Manuel, sinceramente veo cómo trabaja, es inagotable. Me toca darme cuenta del empeño que pone cada día. A veces las cosas no salen como uno las espera, pero pueden creerme cuando les digo que él es el primer interesado en que San Luis esté mejor. Es la persona que más admiro.

 

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Cómo calificar un altar de muertos | Columna de León García Lam

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VOLUTA IX.

La antropología (eso piensa una buena parte de la población) es una ciencia sin gran aplicación práctica. Sirve, entre otras muy pocas cosas, para determinar al ganador del concurso de altar de muertos que se organiza cada año en cada escuela de México. En mi flaco currículum, durante mis pininos profesionales se amontonan los reconocimientos que dicen más o menos así:

La escuela Bomberos Heroicos perteneciente al SEER otorga el presente reconocimiento al Mtro. (en ese mundo todos somos maestros) León García Lama por su valiosa participación como jurado en el TRADICIONAL CONCURSO DEL ALTAR DE MUERTOS “INNOVANDO NUESTRAS TRADICIONES”. Luego viene un lema como “El saber se forja con el conocimiento de cada día”, a 31 de octubre de (cualquier año entre 1997 y el 2012). Firman: autoridades escolares.

Por esa razón, estimadas y estimados tres lectores de la Voluta, les lego la sabiduría que se adquiere al ser jurado, año tras año, de la verdadera tradición de México que no es poner un altar, sino el concurso “para que no se pierdan las tradiciones”.

Bueno, no lo haré, sino hasta el próximo año (si es que) porque en este 2020, no se realizará ningún concurso “tradicional”, aunque paradójicamente es el año con más muertos que hemos tenido en la historia de México: 40,863 muertos por violencia; 139 153 por causas asociadas al COVID más los muertitos de causas “normales” dan la escalofriante y huesuda cifra de 193 170 muertes, dicho conservadoramente por las instituciones oficiales (CENAPRECE).

 

Cómo poner un altar de muertos

Lo más importante ya lo tenemos: los muertitos. Lo segundo más importante también: el hambre de tamales. Ponga una mesa y una caja pegados a la pared, simulando una pirámide de tres pisos que es una representación del mundo. ¿El mundo tiene tres pisos? Sí y trate de no hacer preguntas. Un altar digno presume dos características: cuida la simetría y está organizado en montones de 2, 3 y 4 cosas ¿por qué? Pues ya le dije: no haga preguntas. Usted ponga en las esquinas 3 naranjas, en un platito 4 tamales y otros tantos plátanos de alfeñique, 2 panes de muerto en cada lado de su altar. La lógica obedece así: si usted fuera muerto ¿qué necesitaría? Un chocolate, unos cigarritos (allá en el mundo de los muertos todos fuman, incluso los que murieron de enfisema), una cervecita, un camote, un dulce de chilacayote. La imagen es etérea como los recuerdos, una fotografía ayuda, no al difunto a reconocerse, sino a saber que las ofrendas son para él o para ella y que puede invitar a sus compitas. Se sabe de diálogos así:

–¿A ti qué te pusieron, tú?

–Unas guayabas, un vaso sin nada, otro con tierra, otro con agua y una veladora (quesque los cuatro elementos), un puño de sal y un caminito de cempasúchil.

–No, pus te fue bien, a mí no me pusieron nada, pero la chaviza se andaba pintando la cara como osos panda, que porque “es la tradición”.

–Acá pusieron tamalitos, taquitos de pastor, atole, cafecito, frutas y dulces.

–¿Dónde dónde?

 

La poesía

Nocturno en que habla la muerte

Xavier Villaurrutia

 

Si la muerte hubiera venido aquí, conmigo, a New Haven,

escondida en un hueco de mi ropa en la maleta,

en el bolsillo de uno de mis trajes,

entre las páginas de un libro

como la señal que ya no me recuerda nada;

si mi muerte particular estuviera esperando

una fecha, un instante que sólo ella conoce

para decirme: “Aquí estoy.

Te he seguido como la sombra

que no es posible dejar así nomás en casa;

como un poco de aire cálido e invisible

mezclado al aire duro y frío que respiras;

como el recuerdo de lo que más quieres;

como el olvido, sí, como el olvido

que has dejado caer sobre las cosas

que no quisieras recordar ahora.

Y es inútil que vuelvas la cabeza en mi busca:

estoy tan cerca que no puedes verme,

estoy fuera de ti y a un tiempo dentro.

Nada es el mar que como un dios quisiste

poner entre los dos;

nada es la tierra que los hombres miden

y por la que matan y mueren;

ni el sueño en que quisieras creer que vives

sin mí, cuando yo misma lo dibujo y lo borro;

ni los días que cuentas

una vez y otra vez a todas horas,

ni las horas que matas con orgullo

sin pensar que renacen fuera de ti.

Nada son estas cosas ni los innumerables

lazos que me tendiste,

ni las infantiles argucias con que has querido dejarme

engañada, olvidada.

Aquí estoy, ¿no me sientes?

Abre los ojos; ciérralos, si quieres.”

 

Y me pregunto ahora,

si nadie entró en la pieza contigua,

¿quién cerró cautelosamente la puerta?

¿Qué misteriosa fuerza de gravedad

hizo caer la hoja de papel que estaba en la mesa?

¿Por qué se instala aquí, de pronto, y sin que yo la invite,

la voz de una mujer que habla en la calle?

 

Y al oprimir la pluma,

algo como la sangre late y circula en ella,

y siento que las letras desiguales

que escribo ahora,

más pequeñas, más trémulas, más débiles,

ya no son de mi mano solamente.

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LA ALEGRIA | Columna de Juan Jesús Priego

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LETRAS minúsculas.

«¿Sabes, Hump? –confiesa el héroe de una de las novelas de Gilbert K. Chesterton, el gran polemista inglés-, los hombres modernos tienen una idea muy equivocada de la vida. Parece que esperan de la naturaleza lo que ésta nunca ha prometido darles y, mientras tanto, destruyen todo aquello que en realidad les da.
En las iglesias ateas de Ivywood todos hablan de paz perfecta, de confianza sin límites, de alegría absoluta y de corazones que laten por todos, pero no por ello tienen un aspecto más alegre que los demás… Yo no sé si Dios entienda por felicidad el gozo que todo lo comprende y todo lo supera, pero Dios quiere que cada hombre tenga su alegría, y yo tengo toda la intención de no dejármela robar».

Para ser sincero, yo también he escuchado muchos discursos como el de las iglesias ateas de Ivywood, y no precisamente en las iglesias ateas de Ivywood; también yo he oído cientos de sermones que hablan de paz perfecta, de confianza sin límites, de corazones que laten por todos, y acaso no sólo los haya oído, sino tal vez incluso pronunciado. Lo que no sé es si modificando el texto de Chesterton y escribiendo «parroquias cristianas» allí donde él sólo dijo «iglesias ateas» cambiarían mucho las cosas.

Los cristianos hablamos de resurrección, de vida perdurable, de providencia o cuidado de Dios, de amor sin límites, pero no por eso vivimos más contentos. Todo parece indicar que los creyentes nos tomamos bien poco en serio lo que nos dicen nuestro pastores en sus –a menudo largos y muy aburridos- sermones. Sí, hemos de confesarlo bajando la cabeza: en nuestras iglesias, las homilías son saetas que esquivamos lo mejor que podemos… Cuenta Julien Green en un librito suyo titulado Liberté que hubo en París no hace mucho tiempo una dama de la alta sociedad que cada vez que iba a Misa advertía con severidad a su sirvienta: «Si el señor cura predica sobre la fe o sobre el perdón de los pecados, me dejas dormir; pero si habla de María Magdalena, me despiertas». Ella, como quiera que sea, iba a la iglesia únicamente a cumplir, y, por supuesto, a dormirse.

«Voy a definirle lo contrario de un pueblo cristiano –dice el párroco de Torcy en esa gran novela de Georges Bernanos que es su Diario de un cura rural-: lo contrario de un pueblo cristiano es un pueblo triste, un pueblo de viejos. Acaso me objete usted que la definición tiene muy poco de teológica, pero basta para hacer reflexionar a los caballeros que bostezan los domingos en Misa. ¡Claro que bostezan! No querrá que en media hora semanal, la Iglesia pueda enseñarles la alegría. E incluso si se supieran de memoria el Catecismo de Trento, no estarían probablemente más alegres».

Y sí, la verdad es que la fe debería tener el poder de hacernos más alegres, más sonrientes, menos hoscos. Un cristiano no debería atreverse a salir a la calle si antes no ve reflejado en el espejo un rostro resucitado.

Cuando, hace ya muchos años, leí por primera vez La farisea de François Mauriac, cómo se me quedó grabado lo que dijo uno de los personajes al referirse a una antipática señora que andaba por allí cerca y que se las daba de muy católica: «Lo que voy a decir puede asustarte, pero pienso que es mejor ser una bestia inmunda que tener la clase de virtud de Brigitte Pian». ¡Dios mío, qué frase más dura! Y; sin embargo, es preciso reconocerlo: sí, hay en este mundo gente muy católica, lo que se dice muy católica, pero al mismo tiempo muy insoportable y muy antipática. ¿Por qué se avergüenzan de mostrar un rostro atractivo y jovial? ¿Qué se lo impide?

A estas personas habría que recordarles lo que escribió una vez Andrew M. Greeley en uno de sus libros: «Las personas que creen en la resurrección deben ser gente alegre, y los cristianos católicos que tienen una visión relativamente más benigna de su naturaleza que nuestros hermanos separados, tienen que ser una congregación de gente más alegre, más jovial y más bromista. Todo lo que tengan de graves, de ásperos, de severos lo tienen de fallo como católicos… La Iglesia necesita hombres que tengan visión. Necesita hombres jubilosos, alegres y de corazón fuerte que caigan en la cuenta de que, a pesar de lo desesperada que pueda ser la situación, nunca se la debe permitir que se ponga seria; y aunque puedan extinguirse las luces, siempre hay esperanza de que vuelvan a encenderse». La excesiva severidad no siempre es signo de seriedad; a menudo es más bien muestra de una soberana estupidez.

San Pablo, poco antes de poner punto final a la carta que dirigió a los filipenses, les amonesta así: «Como cristianos, estén siempre alegres: se lo repito, estén alegres. Que todo el mundo note lo comprensivos que son. El Señor está cerca, no se angustien por nada» (4, 4). ¿Por qué esta insistencia del apóstol en cosas tan aparentemente secundarias como la alegría? ¿Por qué les dice una y otra vez que estén alegres? ¡Ah, bien sabía él lo propensos que somos los cristianos a dejarnos llevar por la tristeza y a andar por las calles de la vida mostrando un rostro de amargura!

¿Ha leído usted una famosa pieza teatral de Paul Claudel (1868-1955) titulada El padre humillado? Pues bien, en esta pieza hay una escena en la que el Papa envía este mensaje a Oriano de Homodannes: «Oriano, hijo mío, haz comprender a los hombres que no tienen otra cosa que hacer en el mundo que estar alegres. Hazles entender que la alegría que nosotros conocemos y estamos encargados de transmitir no es una palabra vaga o un insípido lugar común de sacristía, sino una noble, deslumbrante, íntima y profunda realidad, en cuya comparación lo demás no vale nada. Esta alegría es algo humilde, material, atrayente, como el pan que se apetece, como el vino que nos parece bueno, como el agua que nos hace morir cuando no nos la dan, como el fuego que quema, como la voz que resucita…».

¡Ah, sería necesario que el Papa nos enviase una carta en la que nos hablara largamente sobre la conveniencia de la alegría! No sé, tal vez sólo entonces nos la tomaríamos un poquito más en serio…

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Un cohete potosino para el padre de un robot pianista | J.R. Martínez/ Dr. Flash

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EL CRONOPIO.

El 14 de marzo de este dramático dos mil veinte, en pleno inicio de la crisis del coronavirus en San Luis Potosí, se lanzaba después de cuarenta y ocho años, un cohete en Cabo Tuna. El municipio de Charcas sería el testigo de esta histórica fecha, pues el cohete de combustible sólido Fénix 2, es uno de nueva generación que recupera el proceso histórico en el diseño de cohetes en el país y en especial en nuestro estado.

El cohete fue desarrollado por el Instituto Mexicano del Espacio Ultraterrestre y el Instituto de Física de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, con ello Cabo Tuna vuelve a marcar hitos en la historia de la ciencia y tecnología mexicana.

El programa Cabo Tuna inició en 1957 en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, con el lanzamiento del primer cohete diseñado y construido en México, el Física I, lanzado el 28 de diciembre de 1957. El programa tuvo un receso en 1972 y cuarenta y seis años después reinicia con el nuevo programa “Cabo Tuna, hacia un programa espacial mexicano”, impulsado por el Instituto de Física de la UASLP y el Instituto Mexicano del Espacio Ultraterrestre.

El cohete lanzado en Charcas lleva el nombre de Cohete Fénix I-2 “Alejandro Pedroza Meléndez”. Dedicado al Dr. Alejandro Pedroza Meléndez, por su contribución al desarrollo del área aeroespacial en México, así como a la tecnología mexicana.

Alejandro Pedroza Meléndez es un científico mexicano nacido en Villa de Arriaga, San Luis Potosí, se formó en el Instituto Politécnico Nacional y posteriormente ingresó como investigador en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla donde fundó el Laboratorio de Semiconductores, ahí, bajo su dirección, se construyeron una gran cantidad de dispositivos biomédicos y donde se desarrollaron las primeras celdas solares con calidad espacial en el país. Fundó además el Laboratorio de Microelectrónica, que fue un referente para el desarrollo de la microelectrónica en México; en dicho laboratorio se diseñó y construyó con tecnología nacional, la instrumentación necesaria para la fabricación de microcircuitos. Después se creó la sección de bioelectrónica para aplicarlos a instrumentos médicos.

A los microcircuitos fabricados en el Laboratorio se les dio una aplicación social inmediata en las primeras manos biónicas mexicanas, en los primeros estimuladores óseos mexicanos y en los primeros marcapasos mexicanos.

Alejandro Pedroza y su equipo desarrollaron los primeros microprocesadores en México, con los cuales fue construido el famoso Robot Pianista “Don Cuco el Guapo”, que en la década de los noventa visitó varias veces San Luis Potosí, ofreciendo conciertos en el Teatro de la Paz y en el teatro Carlos Amador, dentro de nuestros eventos de divulgación científica.

Fue director del programa de desarrollo del primer satélite experimental mexicano SATEX-I, donde participaron más de setenta investigadores de once instituciones de educación superior del país.

Alejandro ha recibido reconocimientos en su estado natal: Trayectoria de Éxito en el 2015 y Científicos Potosinos en 1994, en el marco del IV Congreso Nacional de Divulgación de la Ciencia que nos tocó organizar, aquí en San Luis Potosí.

Por toda esta labor en beneficio de la sociedad mexicana, por el camino de la ciencia y la tecnología, se le asignó su nombre al cohete Fénix que perturbara el apacible cielo del altiplano potosino hace siete meses.

 

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